La corresponsabilidad es el reparto equilibrado de las tareas domésticas y de las responsabilidades familiares, tales como su organización, el cuidado, la educación y el afecto de personas dependientes dentro del hogar, con el fin de distribuir de manera justa los tiempos de vida de mujeres y hombres.

En el presente artículo analizaremos cómo funciona el núcleo familiar tradicional en una sociedad occidental heteronormativa, desde una perspectiva de género. Bien es sabido por la sabiduría popular y el inconsciente colectivo que siempre han existido roles familiares asociados a las mujeres (o al género femenino) y roles familiares asociados a los hombres (o al género masculino): las mujeres son quienes se encargan de las labores de cuidados (cocinar, cuidar a menores y personas enfermas, encargarse de la educación de la prole, etc.), mientras que los hombres son quienes se encargan de las labores de proveer a la familia (trabajar fuera de casa para traer dinero, construir-mantener una casa para la familia, proteger sus miembros del peligro externo, etc.).

Durante los últimos 20 años hemos oído hablar mucho sobre el término de la conciliación de la vida laboral y familiar. La conciliación consiste en una serie de medidas que facilitan la compaginación del trabajo fuera de casa con los trabajos de cuidados, asociados a las mujeres como género femenino. Estas medidas se introdujeron en la legislación a raíz de la incorporación de las mujeres al mercado laboral y claramente iban dirigidas a ellas, pero esto dejaba de lado dos cosas muy importantes:

  1. La necesidad de vida personal de las mujeres.
  2. La responsabilidad de los hombres, o género masculino, sobre los trabajos de cuidados.
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Ley Orgánica 3/2007

La Ley Orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, introdujo en su artículo 44 el concepto de la vida personal, que abría la puerta a permisos de conciliación dirigidos, no solamente al cuidado de otras personas, sino también al autocuidado. Y, por otra parte, menciona que estos derechos de conciliación deben contribuir a “la asunción equilibrada de las responsabilidades familiares” de trabajadoras y trabajadores, aunque el término de corresponsabilidad no fue introducido en este texto hasta su modificación en el año 2019. Aunque hoy en día somos conscientes de que los roles de género de los que hablamos ya no se cumplen al pie de la letra y de que la legislación ha avanzado mucho al respecto, a continuación veremos cómo todavía quedan muchos remanentes que solucionar.

Corresponsabilidad y pandemia

Actualmente, dos obstáculos principales dificultan actualmente la corresponsabilidad en el cuidado de las/los menores de edad. Por un lado, una insuficiente (y desigualmente repartida por CC.AA.) oferta de plazas de educación de 0 a 3 años, en coherencia con una concepción generalizada de la misma exclusivamente como recurso de conciliación subsidiario de la familia. Por el otro, unos horarios laborales prolongados, basados aún en el modelo de varón sustentador sin responsabilidades de cuidado, y que generan trayectorias laborales duales (las de quienes no asumen responsabilidades de cuidado y las de quienes necesitan acogerse a medidas de conciliación, asumiendo individualmente su coste). 

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Según un estudio elaborado por la UNAF (Unión de Asociaciones Familiares) en el año 2021, durante la pandemia y post-pandemia, a partir de una encuesta telefónica realizada a 1.522 personas entre 25 y 65 años, los resultados son los siguientes:

  • La mayoría de madres y padres (especialmente ellas) no percibe que haya corresponsabilidad en la asunción de tareas domésticas y de cuidado en sus parejas. Entre las parejas en las que ambos trabajan a tiempo completo, que son algo más igualitarias que el conjunto de las parejas con menores, la mayoría de las mujeres sigue sin percibir dicha corresponsabilidad.
  • Un 17% de los padres y madres que conviven en pareja señala que los conflictos de pareja han aumentado tras el inicio de la pandemia. El motivo principal difiere para mujeres y hombres: el reparto de tareas domésticas para ellas, la intensificación de la convivencia para ellos.
  • El acceso a las medidas de conciliación no remuneradas tiene un sesgo de género: un 21% de los padres y un 10% de las madres que no disfrutan de estas señalan a su empresa o puesto como principal motivo de no acceder a las mismas.

Consulta nuestro artículo relacionado con la corresponsabilidad en tiempos de coronavirus.

Teletrabajo

Según un artículo del Consejo General de la Psicología en España, del año 2021, la brecha de género en el mundo laboral se ha acentuado a partir de la pandemia del Covid-19. Durante el confinamiento y a partir de entonces, en muchos hogares se ha combinado la necesidad de trabajar en casa con un aumento notable de las tareas de cuidados. La preferencia por el teletrabajo ha tenido un impacto diferencial entre hombres y mujeres, multiplicando las responsabilidades de la mujer, al asumir la mayor parte de las labores en el hogar y de los cuidados de los hijos e hijas o de los mayores -aun trabajando ambos progenitores-, atendiendo a su vez a los requerimientos de su empleo y dificultando la conciliación entre su vida laboral y familiar.

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Las mujeres reciben mayor número de interrupciones durante su jornada laboral, así como son quienes están dispuestas a reducir sus horas de trabajo para priorizar los cuidados, mucho antes que los hombres, perjudicando así su posición económica.

Cabe señalar aquí los retos que enfrentan las mujeres con discapacidad, así como las madres y cuidadoras de familiares con discapacidad ante el teletrabajo, aumentando el riesgo de la no visibilidad, impactando sobre su salud física o psíquica al no socializar con otras personas e incrementando la brecha digital. Desde un punto de vista psicológico, las mujeres son quienes asumen un mayor grado de estrés.

Entre el teletrabajo y la atención a los hijos e hijas, algunas sienten que están todo el día trabajando. Por añadidura, el seguimiento escolar de los hijos e hijas en edad educativa, desarrollado mayoritariamente por las madres, se ha convertido en un nuevo elemento de ansiedad y estrés, llegando incluso a dañar la convivencia con las y los menores.

Un recurso habitual por parte de las madres con ocupaciones de desempeño flexible, y que requieren tareas de máxima concentración y silencio, es el de teletrabajar durante la madrugada, retrasando el momento de ir a la cama o levantándose antes que el resto de los miembros de la familia.

CORRESPONSABILIDAD Y CARGA MENTAL

En la familia no se trata sólo de hacer sino también de pensar y planificar lo que hay que hacer. Sin embargo, mientras que en cualquier empresa existe un puesto de trabajo de coordinación que tiene a su cargo un grupo de personal técnico, que realiza únicamente labores de coordinación y tiene mayor responsabilidad y, por tanto, mayor valor económico, en los hogares esto no funciona igual.

Las mujeres no solamente realizan las tareas de cuidados y del hogar, sino que también las planifican y organizan lo que el resto de miembros de la familia tienen que hacer además de recordar cosas como: los ingredientes de la comida que se han terminado y hay que comprar, la ropa de la niña o el niño que se le ha quedado pequeña, la cartulina para la clase de plástica para el día siguiente, la cita con la pediatra o la tutoría en el cole, tender la ropa lavada, etc.

La responsabilidad que conlleva la carga mental es una lacra invisible que genera estrés, ansiedad y es la base de muchos conflictos de pareja y, además, perjudica a las mujeres en conseguir una conciliación plena entre la vida familiar y personal . En el año 2019, la empresa Procter&Gamble desarrolló junto a Proximity Madrid el proyecto social #DescargaMental, bajo el cual llevó a cabo un estudio en el que se entrevistaron a más de 2.400 personas, hombres y mujeres viviendo en pareja con y sin hijos de entre 25 y 49 años, dentro de toda la geografía española, abordando el tema de las responsabilidades en el hogar desde lo cotidiano.

En España, 3 de cada 4 mujeres sufre carga mental, aunque un 40% de ellas desconoce el concepto y el 45% nunca ha hablado de con nadie de este asunto. A estas cifras le sumamos que la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), afirma que los hombres dedican 105 minutos menos al día que las mujeres a las tareas domésticas y los cuidados familiares en España.

Así, mientras que ellas pasan cuatro horas y media al día realizando estas actividades, ellos sólo las llevan a cabo durante poco más de dos. Para que la corresponsabilidad sea real, los hombres han de asumir su parte correspondiente de carga mental y no esperar a que se les diga lo que tienen que hacer, dejando de “ayudar” en las tareas del hogar y comportándose como agentes activos en ellas. Por lo que fomentar un reparto equitativo es fundamental para una buena corresponsabilidad.

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En Amaltea disponemos de cursos para empresas para sensibilizar y concienciar de cómo estas pueden contribuir a una mayor corresponsabilidad dentro de las familias, y su relación con los permisos de conciliación. Para así concienciar acerca de este término y crear un cambio de actitudes en este sentido.

En conclusión, es esencial que cada vez hayan más personas corresponsables en el hogar para evitar que esto recaiga en las mujeres y aumente su carga diaria.

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